sábado, 12 de noviembre de 2011

Ética y política en la razón comunicativa


Alex Romero M.

La relación entre la ética y la política y el modo cómo puede aplicarse tal relación a la realidad peruana actual surge con la idea, primero, de concebir a un agente que haga posible lo ético y lo político a partir de presupuestos que deben ser explicitados. ¿Quién es este agente? ¿Qué características inherentes lo hacen un sujeto de reflexión por parte de la ética y la política?
En primer lugar, debemos considerarlo como un sujeto capaz de conducta intencional, es decir, que realiza acciones por razones (ya sean estas ideas, deseos y creencias) y motivaciones de distinta naturaleza, diferenciándolo de esta manera de los animales cuya conducta “intencional” es limitada o restringida pues sólo responden a necesidades primarias inmediatas.
En segundo lugar, tal agente es un sujeto racional, entendiendo lo racional como una propiedad diádica o relacional entre el agente y un intérprete que, a través de una interacción comunicativa, permite al segundo comprender y explicar las manifestaciones internas y externas del primero, atribuyéndole un sistema interconectado de estados mentales y comportamientos intencionales en donde sus elementos se definen mutuamente, es decir, donde se establece una relación coherente entre ellas. El agente es racional porque puede ser comprendido por la articulación (que uno le atribuye y a su vez encuentra) entre sus creencias, deseos y acciones, y en la que, en consecuencia, uno puede entender una parte de su sistema de vida en correspondencia con los demás elementos de ese mismo sistema.
En tercer lugar, los criterios de objetividad y validez de las acciones y creencias del agente se dan a partir de la interacción comunicativa con el intérprete que posibilita un reconocimiento intersubjetivo de estos criterios. Estas creencias y acciones del agente para ser consideradas racionales deben ser susceptibles de fundamentación y de crítica, es decir, deben explicitar las razones que permita aceptar o rechazar su validez a partir de la articulación de los elementos de su sistema de vida.
A partir de estos presupuestos, veremos que la ética y la política son formas de reflexión sobre la dimensión práctica del agente, pues se interrogan sobre los fundamentos que dirigen su acción y buscan establecer los criterios de validez de los mismos. La ética investiga el sentido de la vida moral para derivar la certeza de las normas que dirigen las acciones humanas. La política por su parte investiga la manera cómo los individuos, en tanto sujetos éticos, resuelven sus problemas colectivos procurando conducir a sus miembros a un acuerdo o “contrato social” que les permita una convivencia social armónica dirigida al bien común. La coincidencia de ambos parte de la exigencia de comprensión y racionalidad en las manifestaciones del agente de acuerdo a las necesidades y circunstancias de su entorno social.
Se ha visto, por ejemplo, que muchos individuos, como es natural dentro de la primera etapa de desarrollo moral del niño, realizan una conducta “ética” restringiéndose al solo cumplimiento de la norma sin captar las razones que la fundamentan, sin plantearse la exigencia moral de estas normas como sujetos morales autónomos. La ausencia de racionalidad en la conducta moral de los individuos trae el peligro latente de que el conjunto de valores que la sustentan se estanquen o se distorsionen al no ser hechos materia de cuestión por los mismos individuos,  prevaleciendo de esta forma la arbitrariedad, la imposición y los prejuicios en el contexto social e individual. Lawrence Kolhberg ha ubicado este tipo manifestación en una primera etapa denominada “orden preconvencional” donde la justicia o lo justo (concepto central en la ética social y en la política) es la obediencia simple, sin conocimiento de los fundamentos o razones, de las normas y la autoridad por temor al castigo o al daño material. Como vemos,  en este nivel se plantea una moral de “esclavos” y una relación instrumental con el entorno donde es imposible la realización de los valores éticos universales y una verdadera convivencia social.
La realidad peruana actual presenta una problemática que no es muy distinta a la que hemos presentado en el campo de la ética y la política. La educación en el país, por ejemplo, promueve la transmisión de saberes objetivos, imparciales y unívocos (“San Marcos fue fundada en 1551”, “Lima es la capital del Perú”), pero no aquellos sometidos a una argumentación racional que permitan problematizar sus fundamentos.
En el caso de la ética y la política la problematización se hace manifiesta porque no es un cuerpo definido de contenidos y se somete a un constante debate para explicitar las razones que sustentan una norma moral y una acción política colectiva. Desarrollar la reflexión ética y política en la educación se hace necesaria en el país, pues implica que los sujetos asuman su condición de seres racionales tematizando la validez de sus principios morales, se comprometan con ellos y puedan realizar acciones que conduzcan al bienestar común.

Blibiografía:
Weston, Anthony. Las claves de la argumentación. Editorial Ariel.2001
Habermas, Jurgen. Teoría de la Acción Comunicativa (tomo I). Madrid. Editorial Taurus, 1987
Sanz Elguera, Julio César. Argumentos morales y argumentos éticos. Lima. Fondo editorial Universidad Nacional Mayor de San Marcos, 1998
Salazar Bondy, Augusto. Introducción a la filosofía. Lima. Editorial Universo, 1969
Quintanilla Pérez-Witch, Pablo "Interpretando al otro: Comunicación, racionalidad y relativismo", en: Relativismo y racionalidad, Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 2005.

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