martes, 17 de julio de 2012

Apuntes sobre El Leviatán (comentario y resumen)





Alex Romero M.
Resumen

Leviatán o la materia, forma y poder de una república eclesiástica y civil es un tratado político filosófico escrito por Thomas Hobbes en 1651 y tiene como finalidad principal proponer una teoría de la soberanía, es decir, del ejercicio de la autoridad suprema e independiente de una estructura racional llamada Estado con la finalidad de proteger a los hombres de los demás hombres. Dividida en cuatro partes, la obra del filósofo inglés es una reflexión progresiva sobre las facultades esenciales del hombre, sus necesidades e impulsos que lo conducirán posteriormente a proclamar una forma de organización que contendrá las pasiones naturales a favor del bienestar individual: el Leviatán o aquel monstruo marino de las historias bíblicas ahora transformado en soberano absoluto que garantizará la supervivencia a cambio de la libertad de sus miembros.

Primera parte

Del hombre

En esta primera parte nos concentraremos en dos aspectos fundamentales de la naturaleza humana: el lenguaje (capítulo IV), la razón y la ciencia (capítulo V).

El lenguaje, según Hobbes,  ha sido una de las más valiosas invenciones que Dios, su primer autor, ha entregado a los hombres, susceptible de  evolucionar e incrementar el repertorio de términos que tuvo en un principio Adán, acorde con el desarrollo de conocimientos en el transcurso del tiempo. El uso principal y vital del lenguaje es “trasponer nuestros discursos mentales en verbales”, es decir, trasladar una serie de pensamientos en una serie de palabras con el fin de registrar los primeros en la memoria  (marcas o notas) y reactualizarlos cuando el análisis y resolución de una situación presente requiera una experiencia o conocimientos ya obtenidos. Otro de los usos importantes que tiene el lenguaje es en el plano intersubjetivo en la cual se podrá comunicar, comprender y consensuar el contenido de cada materia con las mismas palabras (signos) y su correspondiente significado. 

El lenguaje al tener una variedad usos positivos manifiesta de igual manera su contraparte con una serie de vicios muy frecuentes: a) registrar pensamientos equivocadamente al no fijar el significado exacto para cada palabra b) usar metafóricamente la palabra c) mentir d) agraviar al otro.

Con el lenguaje también se puede no sólo registrar una experiencia o conocimiento en particular (sometida a circunstancias de lugar y tiempo) sino abstraerla y convertirla en una norma universal de aplicación múltiple. Tal abstracción es una afirmación cuyo contenido puede ser verdadero o falso, términos que no se corresponden a los de error o acierto al ser los primeros atributos exclusivos del lenguaje. De igual forma el absurdo, es decir, reunir términos contrapuestos en una misma expresión se debe a una distorsión por el mal empleo del lenguaje. Es por eso fundamental en el discurso fijar los significados (definición) de cada palabra con el fin de no caer en contradicción con el desarrollo de sus supuestos. Para ello es necesario a) emplear cada palabra según las cosas que designen sin confundirlas (nombres positivos) b) formular negaciones que terminen siendo un afirmación (nombres negativos) c) usar nombres cuyo significado no se puede establecer de manera fija al ser sometidos al interés y disposición del hablante (nombres subjetivos).

En este punto aparece la razón pues ella se encuentra esencialmente ligada al lenguaje por ser imposible “razonar sin lenguaje”. La razón va ser definida como cómputo, es decir la suma y resta de las consecuencias de nuestros pensamientos, en otras palabras, establecer la sumatoria y conexión de nombres para llegar a afirmaciones, silogismos o conclusiones generales, o la establecer una resta de la conclusión final (suma total) con una proposición particular para encontrar otra proposición.  La razón para Hobbes es exacta (aritmética) y por tanto no equiparable al mínimo grado de certeza al cual el ser humano puede llegar. Su finalidad es la de desarrollar un secuencia de afirmaciones o formulaciones a partir de las primeras definiciones de los nombres. Para ello se debe evitar el absurdo (expresiones sin sentido) y sus causas más frecuentes: a) no establecer el significado de cada palabra b) no asignar correctamente los nombres de un objeto con el mismo objeto que quieren significar (“todos los hombres, por naturaleza, razonan del mismo modo, y lo hacen bien, cuando tienen buenos principios”).

El conocimiento que se logra a partir de los nombres definidos con claridad, su progresión (cómputo, sumatoria, etc.) posterior, gracias a un método correcto y razonable, en afirmaciones, silogismos y conclusiones sobre un tema determinado recibe el nombre de ciencia, es decir, “el conocimiento de las consecuencias y dependencias de un hecho respecto a otro”, producto de una razón verdadera y de la prudencia natural de los hombres.

Segunda parte

Del Estado

En esta segunda parte nos concentraremos fundamentalmente en las causas, generación y definición de un Estado (capítulo XVII) y los derechos de los soberanos por institución (capítulo XVIII).

Según Hobbes, la finalidad del Estado es la de garantizar la supervivencia y el bienestar de los individuos frente a las pasiones naturales que los llevan a la catástrofe y a la miseria de la guerra.  El afán de dominar y no ser dominados, el deseo incontrolado de ganar todos los honores y beneficios, lleva a los hombres al enfrentamiento y la muerte (a pesar de tener como uno de sus intereses “prioritarios” la paz y la autoconservación). Es por eso que, para que los hombres puedan respetar los acuerdos que los lleven a mayores grados de civilización y armonía, se necesita un garante que mantenga los acuerdos y la paz ya sea por la fuerza o el castigo. Este garante es el Estado, el poder visible que hará respetar la ley y protegerá a los hombres de una guerra externa o interna.

El Estado, instrumento de preservación y fundamento para una vida más tranquila, se generará por medio de un pacto por el cual los hombres, obligándose unos a otros, otorgarán su libertad, conferirán su poder y fortaleza a un hombre o asamblea de hombres, en otras palabras, reducir “sus voluntades a una sola voluntad”. El Estado representará a todos los individuos y será un solo individuo cuyos actos serán reconocidos por todos como propios sometiendo su voluntad a él. Leviatán surgirá para limitar con su poder coercitivo las pasiones naturales de los hombres que lo llevan a la perdición a cambio de la alienación de las libertades individuales. El titular del Estado recibe el nombre de soberano y cada uno de los que se someten a él recibe el nombre de súbdito.

El Estado instituido es aquel al cual se le otorgará por medio de un pacto el derecho de representar a todos los individuos en la figura de un hombre o asamblea de hombres y se le autorizará, en todos sus juicios y acciones,  a asumir sus actos como autoría de todos los hombres, los que votaron a favor y en contra. Los derechos y facultades que derivan de la institución del Estado serán ejercidos por aquel que goce del poder soberano otorgado por el pueblo. En síntesis, las consecuencias de la institución serían: a) los individuos no pueden hacer un pacto nuevo, es decir, no pueden cambiar de forma de gobierno, b) no puede haber un quebrantamiento del pacto por las acciones del soberado porque su autoría no recae en él c) el soberano no puede dañar a ningún súbdito porque su voluntad no recae en él mismo sino en la voluntad de todos, por tanto, no puede ser acusado de injusticia. d) la minoría debe regirse al soberano por el voto de la mayoría sin ninguna oposición e) el soberano dicta las leyes civiles y las leyes de la propiedad f) el soberado tiene facultades de declara la guerra y la paz g) el soberano representa la indivisibilidad de los poderes h) el soberano elige a sus consejeros, ministros y magistrados i) dictamina la censura a determinadas doctrinas que puedan significar un peligro, etc.

Tercera parte

Del Estado Cristiano

En esta tercera parte nos concentraremos en los principios de la política cristiana (capítulo XXXII)
De acuerdo con Hobbes, la naturaleza y derechos del Estado cristiano son, a comparación de los de un Estado por institución cuyos derechos derivan de la experiencia y los principios de la naturaleza, aquellos que se fundamentan en la palabra de Dios comunicada por los profetas, en las revelaciones sobrenaturales de la divinidad que no son contrarias a la razón natural sino que están por encima de ella. Los principios de la política cristiana, al tener su motivo y fundamento en las santas escrituras, deben ser comprendidas y aceptadas a través de ella, cautivando nuestro entendimiento (no forzar nuestra razón a algo que no va comprender y asumiendo una voluntad de obediencia a quien debe ser obedecido, teniendo confianza y fe en quien habla y absteniéndonos de la contradicción) y aceptando la revelación divina de los verdaderos profetas, es decir, la persona que ha recibido la inmediata revelación de Dios, que sea capaz de exhibir un milagro y cuyas palabras sean acordes a la doctrina. Sin embargo, el autor nos recomienda seguir ante todo la Sagrada Escritura, pues muchas veces la manifestación de lo sobrenatural en lo humano está sujeta a dudas (falsos profetas) y además, a través de una interpretación minuciosa, juiciosa y docta, de las escrituras se puede conocer la voluntad de Dios en todos los aspectos de la vida como los derechos de los gobernantes de los Estados cristianos y los deberes de sus súbditos.

Cuarta parte

Del reino de las tinieblas
En esta tercera parte nos concentraremos sobre la tiniebla espiritual debido a la errónea interpretación de la escritura (capítulos XLIV – XLV)

En esta última parte, Hobbes ejerce una severa crítica a la iglesia de Roma acusándola de haber creado una falsa doctrina cristiana propagando la oscuridad en la verdadera interpretación de las escrituras y negándole la luz al evangelio. El reino de las tinieblas es la agrupación de farsantes que quieren dominar a la humanidad difundiendo erróneas doctrinas para su beneficio personal y estorbando a aquellos que se preparan para recibir el reino de Dios. Son cuatro las causas de la tiniebla espiritual: a) la interpretación forzada de la Escritura b) la demonología de los poetas o imaginativas doctrinas de seres irreales como son los demonios c) mezclado la doctrina, la Escritura con la vana filosofía griega (aristotélica) d) introduciendo falsas historias y tradiciones a la sagrada religión, una absurda mitología cristiana.

De acuerdo con Hobbes, uno de los mayores abusos de la Escritura es la de afirmar que la Iglesia actual es el reino de Dios en la tierra. Esto es una falacia pues el reino no se volvió a instituir desde el reinado de Saúl y se instaurará con la segunda venida de Cristo, cosa que aún no sucede. Sólo se está bajo el gobierno de nuestros soberanos civiles y no de ningún otro rey.  Esta falsa interpretación solo habría favorecido al Papa pues ha asumido con ello el papel de “Vicario general de Cristo”, es decir, el poder real bajo Cristo, con la potestad de coronar a los soberanos bajo juramento de obediencia al Papa cuando en realidad el único poder debajo de Cristo es el de los mismos soberanos. Otra consecuencia que Hobbes revela es el de la falaz interpretación de la Escritura que consiste en atribuir el nombre de Clero a los ministros de la iglesia, ganando privilegios (la herencia de Dios) que no merecen. De igual manera nos muestra las distorsiones en sacramentos como el bautizo y la eucaristía,  esta última convirtiéndola en un acto de conjuro, es decir, trasformando el pan y el vino en verdaderamente, vía transubstanciación, en el cuerpo y sangre de Cristo trascendiendo la dimensión simbólica del rito y convirtiéndola en un idolatría o herejía.

Comentario

1.  Leviatán de Thomas Hobbes es un tratado filosófico que ha sabido articular diversos niveles de reflexión sobre la vida humana, pero sobretodo resalta en el grado de penetración psicológica con la que nos explica y describe las pasiones, deseos e impulsos del hombre que no sólo tienen que ver con los rasgos sociales y culturales de la época, sino por el contrario con los rasgos inherentes de la misma naturaleza humana.

Uno de aquellos rasgos que revela la naturaleza de los hombres con gran acierto es la de decir que los hombres aman naturalmente la libertad y el dominio sobre los demás. Habíamos visto en el caso de El Príncipe como el autor florentino afirmaba, a un nivel macro, que el fin del pueblo es más honrado que el de los grandes, queriendo estos oprimir, y aquél no ser oprimido. En el caso de Hobbes, él no hace corresponder el deseo de oprimir y de no ser oprimido a clases distintas sino que los hace residir en un mismo individuo. ¿Qué significa aquí ser opresor y ejercer a la vez la libertad? ¿Significa acaso que sólo somos libres oprimiendo o dominando al otro? ¿O son ambos rasgos de la naturaleza humana los que oscilan cuando se maneja o no el poder? Thomas Hobbes nos habla de las pasiones naturales del hombre que lo llevan a ejercer su libertad desplegando sus impulsos primitivos y donde aquella libertad se define en su forma más primaria, como la ausencia de obstáculos para llevar acabo los deseos del individuo y como el afán de destruir cualquier cosa que limite su parcialidad. El estado de guerra es inevitable pues son los intereses individuales los que predominan. Es fundamental llegar a formas más elevadas de organización que propicien niveles mayores de desarrollo ético y de interés por el otro. En este caso, el planteamiento de Hobbes sería la primera forma de desarrollo moral a partir de los niveles más primitivos de la condición humana. La obediencia a las leyes por el temor al castigo del soberano se correspondería al primer nivel de desarrollo, en su dimensión ética y moral, propuesta por Lawrence Kohlberg: la etapa 1 o heteronomia en la que se concibe que lo justo (lo moral) es la obediencia ciega a la norma para evitar los castigos y no causar daños materiales a las personas o a las cosas. Siguiendo esta etapa inicial y no estancándose en ella podemos resaltar la necesidad que tiene esta forma de persuasión para el cumplimiento de las leyes teniendo en cuenta que hay otro horizonte ético mayor. Hobbes pareciera manifestar un escepticismo frente a los hombres y negarles niveles mayores de desarrollo en su conducta moral. Se podría suponer que para el autor inglés el hombre no dejará de ser el lobo del hombre. Sin embargo, podemos ver como, anulando el temor y la inseguridad, una voluntad en el hombre de querer seguir las “leyes de la naturaleza”, ascender, tal vez, un escalón más en el horizonte ético. Hobbes escribe: las leyes de la naturaleza que cada uno observa cuando tiene la voluntad de observarlas, cuando puede hacerlo de modo seguro. La seguridad que el soberano ofrece a sus súbditos, por medio de la fuerza y el castigo, da comienzo a un nivel inicial de conducta ética que puede continuar evolucionando si se afianza la actitud de obediencia a la ley y se borra con el transcurrir del tiempo la violencia y el castigo como maneras, iniciales pero no eternas, de persuasión que velen el orden social, transformándose con ello en algo simbólico y no como una práctica real.

2. Otro de los puntos que cabe comentar guarda relación con el miedo. Hemos visto que la garantía de orden y paz que da el soberano tiene su origen en el miedo que produce su poder coercitivo, el temor de ser afectado o de ser “víctima” del castigo por ir en contra del orden social impuesto por el Estado y su titular. El miedo resulta ser un factor de ayuda en el respeto de las leyes de la comunidad o nación como garantía del mantenimiento de sus derechos y facultades por parte del soberano. Y sobre ello recae el peligro degenerativo que puede sufrir el Estado a partir de los deseos e impulsos individuales del que representa la persona que es el Estado. La política del miedo ha sido el instrumento fundamental de manipulación de los pueblos por parte de las ambiciones de los que conforman el Estado. El miedo no es aquí empleado como garantía de la unión de los individuos sino como una forma de beneficio personal que dividirá a los hombres contra el supremo soberano, sean o no responsables de los actos del soberano o se les califique o no de ser responsables de un hecho injusto. El modo de mantenimiento del orden por parte del soberano son potenciales instrumentos en pro de la dominación particular e interesada del soberano instituido por el pueblo.

3. El análisis que hace Hobbes del lenguaje y las descripciones de sus usos vitales en la vida humana es uno de los rasgos que hay que resaltar de manera directa e insoslayable en esta obra. Tal como lo iban a declarar los analíticos de comienzos del siglo veinte, Hobbes revela el peligro de las expresiones absurdas o no definidas inicialmente pues ellas no asumen valores de verdad o falsedad al no corresponderse con una realidad posible otorgada por el mismo carácter a priori del lenguaje, encerrando contradicción con términos opuestos dentro de su formulaciones (“cuadrado redondo”, “substancias inmateriales”, etc.). Lo que Carnap iba a llamar pseudoproposiciones, expresiones sin sentido que no tienen valor de verdad, Hobbes lo había descrito como un peligro latente por la falta de método y secuencia lógica en las investigaciones.