martes, 1 de noviembre de 2011

El alma y las máquinas

Hace unas semanas, como parte del curso de Introducción a la filosofía, mis alumnos realizaron una clara y entretenida exposición sobre el capítulo 7 del libro de Fernando Savater (Historia de la filosofía sin temor ni temblor). Entre los filósofos abordados destacó la figura de Descartes y la corriente racionalista. Fueron varias las cosas que compartieron los expositores con el aula y, entre ellas, se encuentra un video titulado: “Descartes y las pruebas de la existencia de Dios”. Un buen hallazgo que vale la pena compartir.


 Les dejo de igual forma la presentación en Power Point (El alma y las máquinas)que el grupo preparó para este capítulo.

Valeria Díaz y Diego Portocarrero en su presentación.


El alma y las máquinas (Fragmento)

Nemo y Alba están sentados ante una pizarra llena de símbolos geométricos jugando con un gato.

Nemo.- De modo que todos estos sabios son más o menos racionalistas… pero cada uno entiende la razón a su modo.
Alba.- Pues sí. Que si la razón es geometría, que si es experiencia, que si necesita imaginación y poesía, que si debe ocuparse de la verdad, o de la probabilidad o de … ¡Yo qué sé!
Nemo.- ¡Y no te olvides de Pascal! Si no le entiendo yo mal, dice que la razón es muy útil para darse cuenta de que al final no te puedes fiar de ella y es mejor la fe. ¡Toma castaña!
Alba.- Puede que todos acierten en parte, cada cual a su modo. ¿Te acuerdas de los ciegos que se encontraron con un elefante?
Nemo.- A ver qué charrada inventas ahora.
Alba.- De charrada nada, monada.
Nemo.- Será mónada, que estamos con Leibniz…
Alba.- ¡Ay, pero qué gracioso eres! Luego cuando esté sola me río, te lo juro. Bueno, a lo que iba. Unos ciegos tropezaron con un elefante y empezaron a tocarle para ver qué era. El primero le tocó la trompa y dijo que se trataba de una serpiente. El segundo le palpó la pata y se quedó convencido de que era un árbol. El tercero tanteó el corpachón y aseguró que había dado con un muro. Y el último le agarró la cola y se rió de lo tontos que eran los otros, pues lo que había encontrado era una cuerda… Pero en realidad todos estaba hablando de lo mismo.
Nemo.- Qué paciencia tenía ese pobre elefante… Yo más bien creo que la razón es como esos chismes que llevan los excursionistas: lo abres y por un lado sale la navaja, por otro un sacacorchos, por otro una lupa o un abrelatas y todo así. La razón nos sirve para todo, pero tiene formas distintas según el uso que queremos darle.
Alba.- Bueno, yo sigo con mi paquidermo: ¿cómo puede ser que a Descartes los animales le pareciese máquinas? ¿A alguien le puede parecer que el elefante es un aparato sin vida? ¿O un perro? O este gatito… vaya absurdo.
Nemo.- Es verdad que parece imposible pensar que los gatos, perros, elefantes o tigres son máquinas. En otros casos, en cambio… Hace tiempo leí una novela de ciencia ficción en la que una nave terrícola llegaba a un planeta desconocido y los tripulantes eran atacados por un enjambre de insectos voladores… que luego resultaban ser diminutos robots. A mí no me resultó eso muy raro.
Alba.- Sí, pero los robots los hacemos nosotros y no la naturaleza. Aunque claro, bien mirado … por dentro estamos todos llenos de tuberías, válvulas y cosas así, como las máquinas.
Nemo. – Sin embargo el alma…
Alba.- ¡Ay, sí, el alma! Ésa es otra… que viene a complicarla todo.

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