sábado, 31 de mayo de 2025

Mesa redonda sobre "El ABC de la epistemología" de Alberto Vásquez Tasayco

En el 2022 se cumplieron 10 años de la publicación de "El ABC de la epostemología" del profesor Alberto Vásquez Tasayco. Fue una conversación sumamente interesante a partir de un epistemólogo y educador de larga trayectoria como es el autor. Los invito a que la aprecien para entender mejor nuestra labor como educadores y nuestra posición frente al conocimiento. 



RESEÑA DE LA MESA REDONDA:

Epistemología y formación académica: una mirada desde El ABC de la epistemología

En el marco de la celebración de la Semana de la Filosofía, se realizó una mesa redonda dedicada al análisis y homenaje del libro El ABC de la epistemología: un análisis de la ciencia, del profesor y filósofo Alberto Vázquez Tasaico. El evento reunió a destacados académicos como el lingüista Raymundo Casas Navarro y el educador Eulogio Sámayoa, con la moderación de Álex Romero Meza, en un encuentro que combinó reflexión filosófica, crítica académica y memoria institucional.


El origen del libro: docencia, escritura y compromiso

Alberto Vázquez inició la conversación relatando el contexto y la motivación que dieron origen a su obra publicada en 2012 por el Fondo Editorial de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. El libro surgió como una necesidad didáctica, a partir de años de experiencia docente en epistemología, lógica y filosofía. Su intención fue brindar una herramienta clara y accesible para estudiantes de pregrado y posgrado. “No es posible decir que somos profesionales que practicamos una ciencia si no sabemos cómo se construye esa ciencia”, afirmó Vázquez, al subrayar la importancia de definir conceptos con rigor.

Para el autor, escribir el libro fue también un acto de responsabilidad académica: “Todo profesor que dicta un curso por varios años, debería dejar un libro o al menos una síntesis de lo enseñado. No se puede dejar a las nuevas generaciones sin nada escrito”. Desde esa perspectiva, El ABC de la epistemología no sólo busca introducir a los lectores en el análisis de la ciencia, sino también fomentar la escritura como práctica intelectual y universitaria.


Escribir para pensar: alfabetización académica y crítica

Uno de los temas recurrentes durante la mesa fue la necesidad urgente de mejorar la formación en lectura y escritura académica dentro de la universidad peruana. Eulogio Sámayoa, educador y especialista en formación doctoral, destacó la idea de “investigación formativa” propuesta por Vázquez: integrar la escritura reflexiva como parte de cada clase. Según Sámayoa, muchos estudiantes universitarios ingresan con bajos niveles de comprensión lectora y escritura funcional, lo que afecta directamente su capacidad de realizar investigaciones científicas. “La gran mayoría de nuestros estudiantes ingresa a la universidad en condiciones compatibles con el analfabetismo funcional”, advirtió, recordando una investigación de Raúl González Moreyra de 1997.

En esa línea, se reivindicó la práctica constante de la escritura, incluso en sus formas más básicas, como las reseñas o revisiones de literatura, para desarrollar pensamiento crítico. “La escritura está estrechamente ligada al pensar: quien no escribe, no reflexiona”, resumió Sámayoa, citando además la importancia de conocer y aplicar normas como APA para garantizar la integridad ética de la producción académica.


El ABC como parte de una tradición epistemológica

Raymundo Casas, lingüista y prologuista del libro, propuso situar El ABC de la epistemología dentro de una tradición de pensamiento que surgió en el Perú desde los años 80, luego de la caída del paradigma marxista universitario. Según Casas, ese periodo propició el surgimiento de nuevos cursos de “introducción a la ciencia” que impulsaron el pensamiento crítico y el interés por la estructura del conocimiento científico. En ese contexto, el libro de Vázquez representa un eslabón clave: “No es solo una introducción a la ciencia, sino una introducción a la ciencia de la ciencia”, afirmó.

Casas elogió la claridad, precisión conceptual y solidez lógica del texto, destacando su valor pedagógico: “Alberto logra unir dos virtudes clásicas de la escritura: la puritas —corrección gramatical— y la perspicuitas —claridad y diafanidad—. Es un libro riguroso pero comprensible”. También enfatizó que, a diferencia de algunas corrientes posmodernas que critican la ciencia desde fuera, El ABC se basa en el conocimiento riguroso de su estructura interna: “No se puede hablar de ciencia sin haberla estudiado. La epistemología crítica necesita fundamentos sólidos”.


Rigor, claridad y legado

En su intervención final, Alberto Vázquez reafirmó su distancia crítica frente a las corrientes posmodernas relativistas que, en su opinión, han debilitado la noción de ciencia como forma de conocimiento con pretensión de verdad. “Me preocupa cómo ciertos discursos distorsionan el significado de la ciencia. La epistemología debe orientarse a formar un pensamiento crítico, pero con base teórica y metodológica”, declaró. Reivindicó además la epistemología clásica —con raíces en el neopositivismo— por su énfasis en la definición, la medición, la lógica y el lenguaje.

El evento cerró con un reconocimiento colectivo al profesor Vázquez, no sólo por su obra escrita, sino también por su trayectoria como docente e impulsor del pensamiento crítico en generaciones de estudiantes. Sámayoa lo definió como un “educador humilde, riguroso y comprometido”, recordando incluso anécdotas en las que el autor complementaba y enriquecía espontáneamente las clases de otros docentes con generosidad.


Conclusión: hacia una cultura universitaria del pensamiento riguroso

La mesa redonda en homenaje a El ABC de la epistemología fue más que una reflexión sobre un libro: fue un llamado a revitalizar la función crítica de la universidad. En un contexto de crisis de credibilidad de las instituciones educativas en América Latina, los participantes coincidieron en que la solución pasa por la formación de lectores y escritores académicos, el cultivo del pensamiento riguroso y la reivindicación de la epistemología como columna vertebral del conocimiento científico.

Como bien recordó Vázquez: “No se trata de repetir contenidos, sino de analizarlos, evaluarlos y reconstruir nuevos conocimientos”. En esa tarea, El ABC de la epistemología sigue siendo un faro vigente para las nuevas generaciones de estudiantes, docentes e investigadores.

viernes, 30 de mayo de 2025

El acto de educar en libros, películas y series (Conversación virtual)

Comparto esta valiosa conversación de algunos años atrás con mi colega y amigo Luis Mamani acerca de los libros, las películas y las series que abordan el acto de educar. Una valiosa ocasión para pensarse en la educación. ¡Disfrútenla!

El arte de la palabra Cap.10 Lic. Álex Romero


RESEÑA DE LA ENTREVISTA:

Docencia, inspiración y reflexión: un diálogo sobre la educación desde la experiencia, la literatura y el arte

En una reciente edición del programa El arte de la palabra, se llevó a cabo una profunda conversación con Álex Romero Meza, licenciado y magíster en Educación y Docencia Universitaria por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. A lo largo de casi dos horas, se abordaron temas fundamentales sobre la vocación docente, la importancia de la literatura y el arte audiovisual como herramientas formativas, y los desafíos éticos, emocionales y sociales que enfrentan los maestros en su quehacer diario.

Desde el inicio, Romero planteó una mirada amplia y crítica sobre la formación docente, destacando que esta no se limita a los manuales o textos pedagógicos convencionales. "Un libro puede convertirse en significativo para la docencia sin necesariamente tocar directamente el tema educativo", señaló. Para él, la literatura, incluso aquella no concebida específicamente para la educación, puede ofrecer claves profundas para entender la relación entre maestros y alumnos, el poder de la palabra, y los vínculos que se tejen en el aula. Ejemplos como Paco Yunque de César Vallejo o pasajes de La ciudad y los perros de Mario Vargas Llosa fueron mencionados como espejos sociales que permiten repensar la escuela y la autoridad.

Uno de los puntos de mayor profundidad fue el debate en torno a los modelos simplistas que pretenden convertir la enseñanza en una fórmula mecánica. En contraposición, Romero afirmó que ser docente es una experiencia situada y compleja: "Si hay libros que hablan directamente de la docencia, deben estar alimentados con sangre, es decir, con experiencia". Esta metáfora, inspirada en Nietzsche, revela su convicción de que la verdadera pedagogía nace de la vivencia, de los errores, los aciertos y las decisiones difíciles que se toman día a día frente a los estudiantes.

Entre los libros referenciados, se destacó Diario de educar de Constantino Carvallo, obra en la que se plasman reflexiones sobre el rol del maestro y las limitaciones de las etiquetas dentro del aula. Para Romero, etiquetar a los estudiantes según diagnósticos o comportamientos puede ser contraproducente: "Una etiqueta puede ser orientadora, pero no puede ser limitante. Predispone, condiciona la mirada del docente. Yo he trabajado con estudiantes etiquetados como 'difíciles', y luego descubrí que eran chicos que simplemente necesitaban más motivación y reconocimiento".

Otro momento clave fue la revisión del libro El maestro ignorante del filósofo Jacques Rancière. Romero lo consideró una obra imprescindible para repensar el acto educativo desde la igualdad. En este libro, se relata la experiencia de Joseph Jacotot, quien logró enseñar francés a estudiantes flamencos sin hablar su idioma, usando un libro bilingüe. La conclusión de Rancière es contundente: "Todos tenemos la misma capacidad intelectual; lo que necesitamos es voluntad y motivación". Al respecto, Romero reflexionó: "El paradigma del maestro explicador se cae cuando uno entiende que educar no es demostrarle al otro que no puede, sino confiar en que sí puede. La educación debería comprobar la igualdad, no la desigualdad".

En esa línea, se debatió también el concepto de "educación inclusiva", y se planteó una crítica a la idea de que incluir al otro es un acto de generosidad desde una supuesta superioridad. "Decir ‘yo te incluyo’ es también asumir que tú no formas parte de esto por derecho propio. La educación debe ser vista como una experiencia común, horizontal. Todos tienen potencialidades".

La entrevista abordó además el poder transformador del arte, especialmente del cine, para formar a los docentes. Películas como El club de los poetas muertos, Detachment, Con ganas de triunfar y series como Merlí o Los años maravillosos fueron analizadas como fuentes de inspiración y cuestionamiento. En particular, la escena del maestro Keating, animando a sus alumnos a arrancar las páginas de un libro que reducía la poesía a fórmulas matemáticas, fue debatida intensamente. “Hay que tener juicio crítico para cuestionar incluso al cuestionador. No basta con ser transgresor. La docencia también implica responsabilidad y comprensión del contexto”, subrayó Romero.

Uno de los momentos más íntimos y reflexivos fue cuando se evocó una anécdota personal, ocurrida en un aula hace más de una década. Al enfrentar a un estudiante desafiante, Romero tomó una decisión drástica que hoy, con los años de experiencia, reconsidera: "En ese momento actué con firmeza, tal vez con dureza, pero esa acción permitió abrir un canal de comunicación. Hoy lo haría diferente. Uno también madura como docente".

La conversación también abordó el concepto de "elemento", planteado por Sir Ken Robinson, entendido como ese punto donde confluyen la pasión y el talento de una persona. “Hablar del elemento en un mundo que privilegia las carreras mejor pagadas y la utilidad económica es una tarea difícil, pero necesaria. Nuestra labor como docentes es ayudar a nuestros estudiantes a descubrir qué los mueve, qué los hace vibrar”, afirmó Romero, con convicción.

Cerrando el encuentro, se mencionó el pensamiento de Augusto Salazar Bondy, quien afirmaba que la educación no es un acto unidireccional, sino recíproco: "Cuando hayan máquinas educadoras, habrán máquinas educadas". Para Romero, esta idea expresa la necesidad de humanizar el acto educativo: "Todos somos sujetos educativos. Enseñar también es aprender. Lo dijo mi hija sin saberlo, cuando con apenas cuatro años me dijo: ‘Mi maestra me aprendió mucho’. Esa confusión infantil encierra una verdad profunda".

La entrevista culminó con una reflexión sobre el riesgo como parte inherente de la labor docente. Organizar salidas, enfrentarse a contextos difíciles, decir la verdad aun a costa de sanciones, implica asumir que educar no es una tarea neutral. “La vida es un riesgo, y el acto educativo también lo es. Pero educar es, en última instancia, un acto de esperanza”.

Ver una presentación sobre la entrevista AQUÍ.