Alex Romero M.
La pregunta por la técnica de Martín Heidegger es un texto que se
propone preguntar por la esencia de la técnica, es decir, abrirnos un camino
del pensar con el fin de experimentar cuál es nuestra relación con la esencia
de la técnica y lo que corresponde a su
delimitación. Lo primero que nos advierte Heidegger es que debemos evitar
confundir la técnica con la esencia de la técnica pues esta última “no es, en
absoluto, algo técnico” (pág. 113). La esencia de la técnica es algo que
recorre a ésta pero no es la técnica misma. Considerarla algo neutro significa
entregarnos a ella sin saber exactamente lo que es. El autor, antes de recorrer
esa pregunta e impulsándose con ella, aborda la concepción corriente de la
técnica que la entiende como un medio para un fin y un hacer del hombre (la
determinación instrumental y antropológica de la técnica). Ambas ideas se
copertenecen por lo que la técnica para ambas sería una totalidad de
dispositivos (incluida en ella estarían el acto de elaborar y utilizar
instrumentos, como las necesidades y fines que sirven, etc.). La determinación
instrumental de la técnica es correcta pues orienta todos los esfuerzos para
que el hombre llegue a tener una relación positiva con ella, asumiéndola como
un medio y que llegue a dominarla plenamente, y así no se convierta en una
amenaza que termine por dominar al hombre.
Heidegger nos advierte que, si bien es correcta esta concepción
—instrumental y antropológica—, ella no nos lleva a desocultar la esencia de la
técnica, es decir, llegar a su verdad (“Sólo allí donde acontece tal
desocultar, acontece lo verdadero”). Con el fin de llegar a lo verdadero de la
técnica, debemos buscarlo por medio de lo que es correcto en ella, sabiendo de
antemano que este último “no es aún lo verdadero” (Pág. 115). Para esto,
Heidegger debe preguntar por lo que significa lo instrumental y a qué ámbito
pertenecen términos tales como medio y fin. La concepción de la técnica como
medio, esto es, “aquello que por medio de lo cual algo es hecho y, así,
obtenido”, concebido también este medio como lo “que tiene por consecuencia un
efecto”, es decir, una causa (además de que los fines puede ser entendidos
también como causas pues en vista a ellas se aplican medios), reafirma la idea
de que en lo instrumental domina la causalidad. Es necesario por ello retraer
los instrumental a su cuádruple causalidad.
La importancia de preguntar sobre
la causalidad de lo instrumental reside en el hecho de que ambas quedarán sin
fundamento, manteniéndose en la oscuridad y, con ello, la determinación
corriente de la técnica que es un primer camino —el meramente “correcto”— para
llegar a la esencia de la técnica. Lo primero que revisa Heidegger es la idea
tradicional, que viene con Aristóteles, de concebir la causa como actuar o
efectuar, lo que produce resultados. Sin embargo, el autor revela que el
significado etimológico de causa, cadere,
caer (que se debe entender como “aquello que hace que en los resultados, algo
resulte de una manera u otra”) guarda una relación con actuar pero eso no se asume así en el
mundo griego. Lo que llamamos causa era entendido en el pensamiento griego como
“lo que es responsable de algo”. Las cuatro causas de Aristóteles son en
realidad cuatro modos de ser responsable-de que llevan al estar puesto y al
estar preparado de un útil, es decir, lo traen a aparecer: le permiten
pro-venir a la presencia, avanzar
hacia la llegada. La esencia de la causalidad pensada por los griegos es el
“dar-lugar-a” pues el ser-responsable-de lleva a ella en el sentido del
permitir-avanzar. Es el dejar venir lo todavía no presente a la presencia. Para
Heidegger, el ámbito donde se dan estos cuatro modos del dar-lugar-a, es traer haciendo
aparecer lo presente, es, según lo
afirmado por Platón, pro-ducir.
Los modos del dar-lugar-a se dan
dentro del pro-ducir donde el dar-lugar-a atañe a la presencia de lo que aparece en el pro-ducir. Éste acontece cuando
llega lo velado a lo desvelado, es decir, se mueve y reposa en el desocultar.
El desocultar es lo que nosotros llamamos verdad y el análisis revela que el
“desocultarse se funda en el pro-ducir” (pág. 120). Los cuatro modos del
dar-lugar-a (la causalidad) se reúnen en el pro-ducir, por lo que fin y medio
le pertenecen, esto es, lo instrumental. El pro-ducir es lo que encontramos al
preguntarnos por la técnica concebida como medio, siendo este producir un modo
del desocultar. La técnica es una de las formas del desocultar, el ámbito de la
esencia de la técnica es el desocultamiento (verdad). La constatación de la
técnica como pro-ducir nos lleva considerar que, etimológicamente, también es
un “hacer” no sólo en el plano de la artesanía sino además en el ámbito de las
bellas artes. De igual modo, hay que considerar a la técnica en cuanto “hacer”
es una forma de conocer pues el reconocerse y comprenderse en algo es también
una forma de apertura, de desocultamiento. Lo esencial que hay que pensar en el
“hacer” de la técnica es que ella, más que aplicar medios, hacer y manipular,
se define por ese desocultar, es un modo del desocultar (“Quien construye (…),
desoculta lo que hay que pro-ducir según los respectos de los cuatro modo del
dar-lugar-a”).
Según Heidegger, el ámbito
esencial de la técnica es el desocultar, es decir, la verdad. Sin embargo, cabe
preguntarse si tal determinación se cumple la técnica moderna (que lo es en
gran medida porque se “interrelaciona” con la ciencia moderna, experimental,
natural y exacta) por lo que la pregunta sigue siendo igual y decisiva: qué
esencia es la técnica moderna para que ella pueda aplicar la ciencia natural.
Lo que es la técnica moderna es
un modo del desocultar pero que no se mueve en un pro-ducir sino en un
“provocar” que fuerce a la naturaleza a liberar energías para que puedan ser
explotadas y acumuladas. Este provocar se puede entender como un “poner” a la
naturaleza, es decir, un exigir en sentido inicial de abrir y exponer pero
ambas están subpuestas al otro sentido del exigir: lograr la mayor utilización
con el mínimo de esfuerzo. La naturaleza con este provocar se encuentra
supeditada a la esencia de la técnica moderna (ejemplo característico es el río
Rhin en el que no se ha construido una central hidroeléctrica sino al revés, el
río se ha construido-obstruido en la central: la naturaleza es desde la esencia
de la central hidroeléctrica). Nos dice el autor que la esencia de la técnica
es un desocultar que asume el carácter de un poner en el sentido de un
pro-vocar. Ésta descubre las energías ocultas de la naturaleza que son a su vez
transformados, acumulados, repartidos y cambiados. Todo esto son modos del
desocultar propios de la técnica moderna así como su desocultar propio al
mostrar los medios a través de los cuales ella dirige. La esencia de la técnica
moderna es un desocultar pro-vocante cuyo desvelamiento es lo establecido, es
decir, lo constante, entendida ésta como el modo en que está presente todo lo que
se refiere a este desocultar propio de la técnica moderna. El artefacto está
desoculto como constante en la medida
que se encuentra establecido para cumplir una función determinada de antemano:
el avión “está desoculto en la pista de transporte como constante, sólo en cuanto que él está establecido a asegurar la
posibilidad del transporte” (pág. 126). El que realiza este desocultar como
poner pro-vocante es el hombre, pero sin que el desvelamiento él mismo lo
disponga, pues sólo en la medida en que también esté pro-vocado (y establecido)
a pro-vocar las energías de lo natural puede acontecer la esencia de la técnica
moderna, es decir, el desocultar establecedor. Según Heidegger, el hombre
pertenece originariamente a lo constante porque
está pro-vocado y establecido para la esencia de la técnica. Pero, a su vez, el
hecho de que el hombre esté pro-vocado más originariamente al establecer lo
lleva a que no sea jamás un mero constante.
Él participa en el establecer, entendido éste como un desocultar, pero no en el
desvelamiento mismo ya que éste no es un hecho humano. El desocultar no
acontece en el hombre pues él es llevado en lo desvelado, es decir, se
encuentra dentro del desvelamiento que lo impele a desocultar lo presente para corresponder a su llamada,
al reclamo de uno de los modos del desocultar. El hombre obedece a un modo del
desocultar aunque en verdad esto lo convierte en un ocultador. El autor nos
revela que la técnica moderna no es un simple hacer humano, lo que nos lleva a deber
“tomar, tal y como se muestra, el pro-vocar que dispone al hombre a tomar lo
real como constante. Este pro-vocar
reúne al hombre en el establecer. Esto reuniente concentra al hombre a
establecer lo real como constante” (pág.
128). Aquello que es una interpretación provocante, que reúne al hombre a
establecer el desocultar como constante
es lo que Heidegger llama “lo dispuesto”. Este es el nombre “estrambótico” que
le dará a la esencia de la técnica moderna.
“Dis-puesto significa lo reunidor de aquel poner, que pone al
hombre, esto es, lo provoca, a desocultar lo real en el modo del establecer en
cuanto lo constante. Dispuesto
significa el modo del desocultar que impera en la esencia de la técnica moderna
y qué mismo no es nada técnico.” (pág. 130)
Lo dis-puesto encierra la palabra
“poner” que se entiende como pro-vocar pero a su vez este nos lleva a otro
“poner” que deja aparecer lo presente en
el desvelamiento. Ambos modos del poner (re-poner producente / establecer
pro-vocante) están unidos por ser modos del desocultar: “en lo dis-puesto
acontece apropiadoramente el desvelamiento, conforme al cual el trabajo de la
técnica moderna desoculta lo real como constante”.
El
hombre es pro-vocado en la era de la técnica a desocultar que lo vincula a la
naturaleza como un almacén de energías. Este comportamiento establecedor del
hombre muestra el origen de la ciencia natural, experimental y exacta. Un
ejemplo es cómo la física es experimental, no porque en sus investigaciones
acerca de la naturaleza emplee instrumentos sino porque ella “pone”
teóricamente a la naturaleza como conexión calculable de fuerzas con el fin de
averiguar se anunciará y cómo lo hará. La ciencia está al servicio de la
técnica moderna donde la teoría física moderna prepara el camino para lo que es
la esencia de técnica. Aquella es anunciadora y precursora de lo dis-puesto que
es a su vez históricamente muy antiguo. El imperar de lo dis-puesto, entonces,
pro-voca a la física moderna a que su ámbito de representación quede inintuido
pues se exige el establecimiento de la naturaleza como constante. La física no puede desligarse de la concepción dada por la
esencia de la técnica donde la naturaleza se anuncia dentro del cálculo
establecible y que sea igualmente establecible como un sistema de
informaciones. La idea fundamental de Heidegger en este aspecto es que la
esencia de la técnica moderna se encuentra en lo dis-puesto y por ello necesita
aplicar la ciencia natural exacta, opuesto completamente a la idea de concebir
la técnica moderna como ciencia natural aplicada.
FUENTE: Heidegger, Martin. “La pregunta por la técnica”. En: Filosofía, ciencia y técnica. Op. cit., p. 113-148.